viernes, 22 de abril de 2016

Adaptación: "El hombre de la piel de oso" (II)

Esta entrada está destinada a la adaptación del cuento “El hombre de la piel de oso” para niños de 5 años.

En primer lugar, hay que tener presente que los cuentos son manifestaciones simbólicas de los sueños y deseos de la gente: no morir (por eso reviven los protagonistas), no envejecer, poder elegir con quién encontrar matrimonio… por ello estos suelen ser los temas principales de los cuentos folclóricos.

Este cuento, en particular, ha sido recopilado por los hermanos Grimm. Esto quiere decir que los hermanos Grimm no tienen versiones originales sino que son todas copias aunque ellos hayan introducido algunas variaciones. En todas esas variaciones hay una intencionalidad a destacar. Ellos no son los autores, no son sus  propios cuentos.

Los hermanos Grimm pertenecían a la Época del Romanticismo: “movimiento cultural originado en Alemania y Reino Unido a finales del siglo XVIII. Su característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas. Además defiende el valor de la libertad creativa,  el subjetivismo y exaltó la importancia del individualismo y su particular visión del mundo y reivindicó la concepción subjetiva de la realidad”. Aspecto a tener en cuenta, puesto que muchas de las características del Romanticismo se van a  ver reflejadas en sus diferentes recopilatorios.

El objetivo original que perseguían los hermanos Grimm, a través de su labor investigadora de recopilación de los cuentos populares y de otros trabajos lingüísticos y literarios, era el de devolver al pueblo alemán su lengua, su gramática, su historia y su léxico. Su literatura era para todos los públicos: no se dirigían al niño, al adulto o al anciano concretamente, sino que se trata de una literatura colectiva del pueblo para el pueblo.

Los hermanos Grimm


- A continuación, nos adentramos en el cuento “El hombre de la piel de oso”

“El hombre de la piel de oso” es un cuento folclórico. Esto quiere decir que no tiene un autor en concreto (es anónimo). Estos cuentos se transmiten oralmente, por lo que es probable que haya habido alguna modificación en el texto desde las primeras veces que se ha ido transmitiendo, hasta la actualidad. Esta forma de transmisión favorece a que al cuento se le vaya quitando realidad y se le vaya añadiendo más fantasía.

Había una vez, hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano, vivían dos hermanos: Eva (la hermana mayor) y Abel (el hermano pequeño) en una misma casa junto con sus padres. La hermana mayor, bastante antipática, repelente y egoísta, vivía gracias a las ganancias de sus padres. El hermano pequeño, todo lo contrario a ella, se dedicaba a la agricultura y ganadería para poder sobrevivir con los recursos que sacaba de los alimentos.

Haces unos años atrás, Abel tuvo que marcharse a la guerra para defender a su pueblo. Al regresar a su casa, se entera de que sus padres habían muerto, y que sólo quedaba su hermana. Eva al ser tan egoísta le dijo que la casa iba a ser sólo para ella, por lo que esta noche le dejaba a Abel quedarse a dormir, pero que a partir de mañana se tenía que ir a otro sitio. Abel sólo tenía la compañía de su caballo Tristán, su fiel amigo que le acompañó, ayudó y protegió en la guerra.

Abel no sabía qué decir, ni qué hacer ni a dónde ir. Sólo sabía que tenía que irse de allí. Pero en aquel momento no se le ocurrió otra cosa que alejarse de su casa y ponerse a llorar en el árbol más cercano. Él, desconsolado, dejó de llorar y abrió los ojos. En frente se encontró con un ogro que había aparecido por ahí. El ogro era muy desconfiado, maligno, mentiroso, egoísta y siempre se quiere salir con la suya. Este bicho malvado apareció ya que había escuchado por las ciudades de alrededor que Abel era muy valiente y quería asegurarse de que eso era cierto.

El ogro, aparte de ser todo lo que he dicho anteriormente, tenía una pequeña característica peculiar, era rico.

Se dirigió al joven y le dijo:

-          ¡Hola, muchacho! Antes de nada me gustaría decirte que he oído por ahí que eres muy buena persona y te habías ido a la guerra para defender a tu pueblo. Pero lo que estoy viendo es que tras este incidente te has vuelto pobre, pues no tienes donde vivir, ni dinero, ni a dónde ir; pero aquí sabemos que no te puedes quedar.

El pobre hombre afirmó. Unos segundos después le pregunto:

- ¿Tú me podrías ayudar para que pueda salir de aquí y encontrar un lugar seguro donde pueda vivir?

-          Yo te puedo hacer rico, pero a cambio necesito una recompensa y una muestra de tu valentía– dijo el ogro. Te puedo hacer rico, sí; pero a cambio, si no cumples lo que te voy a decir a continuación, te convertiré en árbol, así tendré otro lugar donde poder refugiarme. Mis riquezas por tus frutos y sombra, ese es el negocio.
El ogro le explica que para que Abel mostrara su valentía, tenía que defenderse de un oso que él iba a hacer aparecer en unos instantes. Así fue y Abel, consiguió defenderse de él y matarlo.

El joven lo acepta, por lo que el ogro le deja su vestimenta primitiva confeccionada con la piel del oso, pues era un ropaje mágico. Cada vez que metas la mano en el bolsillo, podrás sacar todas las monedas que quieras. Eso sí, yo me quedo con tu caballo. Abel, muy triste, le cogió de la pata y se quedó la herradura de su caballo. Para él era su amuleto de la suerte y una forma de saber que siempre estarán unidos. Era lo más valioso para él.
Abel a cambio tiene que hacer dos cosas, le dijo el ogro:

- Sólo podrás hablar con una persona al día y no podrás estar más de un día en el mismo lugar.
- No podrás ni lavarte, ni peinarte, ni cortarte el pelo de ninguna parte del cuerpo, ni las uñas durante 5 años.

El ogro le dijo que si dentro de 5 años vuelve al mismo lugar donde están ahora; le hará rico para siempre y se quedará como él siempre ha sido. Por el contrario, si se muere o desobedece alguna de las normas, el ogro le convertirá en árbol.

El hombre, tras pensárselo un buen rato, acepta el reto. Se puso el ropaje mágico del ogro y en busca de lugares donde poder sobrevivir estos 5 años que le espera.

Las primeras semanas fueron fáciles. Sobrevivía con los frutos de los árboles, fabricaba sus propios hogares con palos y hojas; y además siempre elaboraba hogueras para que ningún animal se aproximara a él y para estar bien calentito.

Iban pasando los meses y Abel cada vez estaba peor. Primero tenía que andar mucho todos los días para no dormir en el mismo lugar que era lo que ponía en el pacto, además no se podía lavar, ni peinar, ni cortar el pelo, por lo que cada vez olía peor, y no estaba a gusto consigo mismo.

Las ideas se le iban agotando. Se puso, pues, a pensar a dónde podía ir y dónde podía pasar seguro estos 3 años que le quedaban. Pensó, pensó y llegó a la conclusión de que la gente en las ciudades era muy simpática; por lo que decidió adentrarse cada día en una ciudad a ver si alguien le dejaba pasar la noche en su casa. Él a cambio, para mostrar su generosidad y recompensa, les dará un puñadito de oro del que saque de sus bolsillos.
Así fue, mucha gente le dejaba pasar por su casa sólo porque este a cambio les ofrecía sus riquezas. Abel le decía al jefe de la casa que se encontraba en apuros y que necesitaban de su ayuda para poder dormir.

A la gente que se encontraba por la calle le daba dinero, así era él, le encantaba ayudar, es algo que siempre ha hecho y que se siente muy orgulloso de ello.

Seguían pasando los días hasta que llegó el cuarto año. Abel estaba ya muy feo. La gente le empezaba a echar de sus casas porque olía fatal, casi ni se le veía la cara de tantos pelos que tenía, la ropa aunque fuera mágica estaba muy estropeada y mucha gente al verle le tiraba piedras y todo tipo de objetos, pues a primera vista se pensaban que era un monstruo.

Pero llegó un día en que Abel vio a un mayordomo llorando desconsoladamente. Abel fue y le preguntó que qué le pasaba. Éste le contestó que había perdido su trabajo, por lo que no iba a poder alimentar a sus hijas. Abel, más generoso que nunca y con muchas ganas de ayudar le dijo:

- No tiene de qué preocuparte. Yo podré darte todas las riquezas que necesites.

El mayordomo se quedó impactado. No sabía qué decir, pero su cara de felicidad lo decía todo. Agradecidamente le dijo que no sabría cómo pagárselo. Lo mínimo es que te deje dormir esta noche en mi casa, pero no es suficiente para agradecértelo.

No hace falta más, con eso me conformo, dijo Abel

- Gracias a tu ayuda y por conseguir que pueda sacar a mis hijas adelante. Como recompensa te ofreceré la mano de una de ellas. Tú puede elegir con la que te quieras casar.

(Era de noche, por lo que el mayordomo le cedió la entrada a su casa y se la enseñó).

Llegó la hora de la cena. Las hijas dos mayores querían que Abel se fuera de la casa, pues era muy feo, olía fatal y, aparentemente, no les parecía buena gente. Por otro lado, la hermana pequeña estaba encantada con Abel. Entendía que llevaba tiempo sin lavarse y sin tener nada, y aún así estaba luchando por vivir. En la cena Abel no hablaba mucho y si lo hacía era sólo con el mayordomo, puesto que en el pacto ponía que sólo podía hablar con una persona el mismo día.

Llegó la hora de dormir y María, la hermana pequeña, se acercó a su habitación. Entró en ella y se puso a hablar con Abel. Éste sólo le escuchaba y María no callaba. Se iba haciendo tarde y tenían que acostarse y dormir, pues a Abel le esperaba un duro día. María antes de irse a dormir le dijo a Abel que le había encantado conocerle, que tenía un corazón muy grande y, sobre todo, que le encantaba cómo estaba luchando para poder sobre vivir. Lo que María no sabía es que Abel también se había enamorado de ella. Había sido un amor a primera vista. Todo era muy romántico, pero Abel era el único que sabía que se habían enamorado el uno del otro.

A la mañana siguiente, Abel entró silenciosamente en la habitación de María, y le dejó media herradura que llevaba de su caballo. La otra mitad se la quedó él. Abel cree en el destino, y está seguro de que, si el destino lo quiere, volverá a encontrarse con María.
Al despertar María se dio cuenta de que Abel había sido quien lo había dejado, pues se hizo la dormida, pero en realidad estaba despierta.

El protagonista siguió con su viaje, seguía apañándoselas. Daba limosna a los necesitados, ayudaba a la gente que lo necesitaba, dormía en la calle porque la gente se pensaba, por su aspecto, que era un monstruo. Abel  solía subir a lo alto de los árboles para poder dormir y que ningún animal le atacara.

Iba llegando el final de los 5 años, y el pensar eso, era lo que le mantenía vivo. Pensar en que dentro de poco, podía ver a María. Aquella niña joven que tanto le había gustado. Era una chica muy guapa, con un cabello de oro súper largo, ojos azul celeste como nunca había visto, y delgada. En definitiva, ese prototipo de chica que todo el mundo quiere tener.
Y, por fin, llegó el último día de estos terribles 5 años. Por fin podía volver a ser como antes, y, además rico. Por fin iba a poder encontrar un lugar donde vivir con seguridad el resto de su vida.

Al día siguiente llegó donde había quedado con el ogro. Los dos se encontraban allí. En primer lugar, el ogro felicitó a Abel por haber sobrevivido estos 5 años correctamente. Le dijo que no esperaba verle vivo, pero que, en ese aspecto, Abel había ganado.

Ahora le tocaba cumplir al ogro la parte del pacto, es decir, hacerle rico para siempre y hacerle volver a Abel como era antes, por lo que le cortó el pelo, le lavó el cuerpo entero, le cortó las uñas y le aseó. En ese momento ya se podía ver al verdadero Abel: ojos verde esmeralda, una sonrisa que enamora (pero que antes no se podía apreciar con las largas barbas), un cuerpo muy musculoso y un corazón que no le cabe en el pecho.

Abel, muy orgulloso de sí mismo, puso rumbo a casa de María. Llamó a la puerta y le abrió el mayordomo. Le dijo que había venido a ver a María. Nadie sabía quién era porque había cambiado radicalmente. Las dos hermanas mayores de María no paraban de hacerle la pelota, hablar con él… sin embargo a María esa cara le resultaba familiar, pero no recordaba dónde la había podido ver anteriormente. El mayordomo, junto con las hermanas, le invitó a cenar.

El mayordomo había preparado una sopa calentita, pues ese día hacía mucho frío. Abel, antes de que se pusieran todos a cenar, le metió en el plato de María la media herradura de su caballo. Nada más meter la hermana pequeña la cuchara en el plato para tomar la sopa, notó que había algún objeto de hierro. Metió la mano y lo sacó. Al verlo se puso de pie y fue corriendo a abrazar a Abel. Después se puso a llorar en su regazo. Nadie entendía nada. Solo ellos dos. Pero eso era suficiente. Abel agarrándole a María de las manos le pidió matrimonio, y esta sin duda lo aceptó.

¡Se iban a casar!

Las hermanas mayores estaban muy enfadadas con la pequeña, puesto que ella iba a ser la que se casaría con el gran Abel, y por ello sentían celos y envidia por María.

Las hermanas de María, fueron las encargadas de organizar la boda, los preparativos y la comida. Como era tanta la envidia y el reproche que tenían hacia la pequeña de la casa, en el plato de María decidieron huir de la casa para no volverla a ver.

El ogro, que estaba en el jardín de la casa se dirigió a Abel y le dijo:

- Tú ganaste el pacto y te quedaste rico; pero gracias a mi, María se ha quedado sin sus dos hermanas.

…  Y colorín colorado, este cuento ha acabado.


La herradura


Adaptaciones
• ¿Por qué lo he adaptado en concreto para niños de 5 años?

En primer lugar porque estos niños tienen más facilidad de entender un cuento como este que, por ejemplo, niños de tres años.

La psicología evolutiva la tienen más desarrollada, por lo que a la hora de comprender, entender e hilar ideas les resultará más sencillo e interesante.

A esta edad los niños progresan mucho en su desarrollo motriz, en su modo de pensar, en la comunicación con los demás, y el conocimiento de su propio cuerpo. Esta última característica se ve muy reflejada en el cuento cuando aparece el ogro, pues éste tiene unas peculiaridades diferentes a las nuestras, y gracias a ello, los niños pueden ver que en el mundo se pueden encontrar con personas diferentes. 

Por otra parte, su vocabulario es bastante amplio. Los niños a esa edad tienen pleno dominio del repertorio fonético. Son capaces de expresar perfectamente su estado de ánimo, por lo que a lo largo del cuento se podrá observar cómo se siente cada uno de ellos, y eso es muy importante para determinar la personalidad de cada uno.

En cuanto al juego simbólico, aparece el juego de roles, el jugar a ser o hacer de, es el juego que predomina todavía en esta etapa. Debemos dejarles libertad para que imaginen y creen o recreen situaciones tanto reales como imaginarias. En cuanto al juego de roles se pueden ver en el texto: el ogro como el personaje malo al que se le tiene miedo; Abel como al personaje que le pasan las cosas malas y que gracias al trabajo y a la no rendición, se consigue todo lo que te propongas; María, como la hermana pequeña de la casa, guapa y que lo sabe todo; y las hermanas mayores como aquellas hermanas que molestan a los hermanos pequeños y que siempre se quieren salir con la suya.

• Cambios realizados en la adaptación:

-          Al protagonista se le aparece un ogro. Sin la adaptación, se le apareció un demonio.

-          Las normas que debe cumplir el protagonista para poder sobrevivir son:
a)    Sólo podrás hablar con una persona al día y no podrás estar más de un día en el mismo lugar.
b)    No podrás ni lavarte, ni peinarte, ni cortarte el pelo de ninguna parte del cuerpo, ni las uñas durante 5 años.
Sin la adaptación, las normas son:
a)    No rezar durante 7 años.
b)    No dormir durante más de un día en el mismo sitio.
c)    No podrás ni lavarte, ni peinarte, ni cortarte el pelo de niguna parte del cuerpo ni las uñas.

-          Abel le da a María la mitad de la herradura de su caballo. Sin la adaptación, es el protagonista quien le da medio anillo a la hermana pequeña de la familia que le había acogido un día para dormir en su casa.

-          Es el ogro el que hace que huyan las dos hermanas mayores, en vez de ser ellas quién se suiciden.

Referencias
- María Trinidad Labajo. (2010). Análisis de textos de autor. Literatura Infantil (78), 16-22. Universidad La Salle.

- Eugène Delacoix. (1930). La libertad guiando al pueblo.: Carpeta pedagógica

- Niños y niñas de 5 años. Cómo son. Características evolutivas., de Mamá psicóloga infantil.

Sitio web: http://www.mamapsicologainfantil.com/ninos-y-ninas-de-5-6-anos-como-son

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