Esta entrada
está destinada a la adaptación del cuento “El
hombre de la piel de oso” para niños de 5 años.
En primer
lugar, hay que tener presente que los cuentos son manifestaciones simbólicas de
los sueños y deseos de la gente: no morir (por eso reviven los protagonistas),
no envejecer, poder elegir con quién encontrar matrimonio… por ello estos
suelen ser los temas principales de los cuentos folclóricos.
Este cuento,
en particular, ha sido recopilado por los hermanos Grimm. Esto quiere decir que
los hermanos Grimm no tienen versiones originales sino que son todas copias
aunque ellos hayan introducido algunas variaciones. En todas esas variaciones
hay una intencionalidad a destacar. Ellos no son los autores, no son sus propios cuentos.
Los hermanos
Grimm pertenecían a la Época del Romanticismo: “movimiento cultural originado
en Alemania y Reino Unido a finales del siglo XVIII. Su característica
fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de
reglas estereotipadas. Además defiende el valor de la libertad creativa, el subjetivismo y exaltó la importancia del
individualismo y su particular visión del mundo y reivindicó la concepción
subjetiva de la realidad”. Aspecto a tener en cuenta, puesto que muchas de las
características del Romanticismo se van a
ver reflejadas en sus diferentes recopilatorios.
El objetivo
original que perseguían los hermanos Grimm, a través de su labor investigadora
de recopilación de los cuentos populares y de otros trabajos lingüísticos y
literarios, era el de devolver al pueblo alemán su lengua, su gramática, su
historia y su léxico. Su literatura era para todos los públicos: no se dirigían
al niño, al adulto o al anciano concretamente, sino que se trata de una
literatura colectiva del pueblo para el pueblo.
Los hermanos Grimm |
- A continuación, nos
adentramos en el cuento “El hombre de la piel de oso”
“El
hombre de la piel de oso” es un cuento folclórico.
Esto quiere decir que no tiene un autor en concreto (es anónimo). Estos cuentos
se transmiten oralmente, por lo que es probable que haya habido alguna
modificación en el texto desde las primeras veces que se ha ido transmitiendo,
hasta la actualidad. Esta forma de transmisión favorece a que al cuento se le
vaya quitando realidad y se le vaya añadiendo más fantasía.
Había una vez, hace mucho tiempo, en un lugar
muy lejano, vivían dos hermanos: Eva (la hermana mayor) y Abel (el hermano
pequeño) en una misma casa junto con sus padres. La hermana mayor, bastante
antipática, repelente y egoísta, vivía gracias a las ganancias de sus padres.
El hermano pequeño, todo lo contrario a ella, se dedicaba a la agricultura y
ganadería para poder sobrevivir con los recursos que sacaba de los alimentos.
Haces unos años atrás, Abel tuvo que
marcharse a la guerra para defender a su pueblo. Al regresar a su casa, se
entera de que sus padres habían muerto, y que sólo quedaba su hermana. Eva al
ser tan egoísta le dijo que la casa iba a ser sólo para ella, por lo que esta
noche le dejaba a Abel quedarse a dormir, pero que a partir de mañana se tenía
que ir a otro sitio. Abel sólo tenía la compañía de su caballo Tristán, su fiel
amigo que le acompañó, ayudó y protegió en la guerra.
Abel no sabía qué decir, ni qué hacer ni a
dónde ir. Sólo sabía que tenía que irse de allí. Pero en aquel momento no se le
ocurrió otra cosa que alejarse de su casa y ponerse a llorar en el árbol más
cercano. Él, desconsolado, dejó de llorar y abrió los ojos. En frente se
encontró con un ogro que había aparecido por ahí. El ogro era muy desconfiado,
maligno, mentiroso, egoísta y siempre se quiere salir con la suya. Este bicho
malvado apareció ya que había escuchado por las ciudades de alrededor que Abel
era muy valiente y quería asegurarse de que eso era cierto.
El ogro, aparte de ser todo lo que he dicho
anteriormente, tenía una pequeña característica peculiar, era rico.
Se dirigió al joven y le dijo:
-
¡Hola, muchacho! Antes de
nada me gustaría decirte que he oído por ahí que eres muy buena persona y te
habías ido a la guerra para defender a tu pueblo. Pero lo que estoy viendo es
que tras este incidente te has vuelto pobre, pues no tienes donde vivir, ni
dinero, ni a dónde ir; pero aquí sabemos que no te puedes quedar.
El pobre hombre
afirmó. Unos segundos después le pregunto:
- ¿Tú me podrías ayudar para
que pueda salir de aquí y encontrar un lugar seguro donde pueda vivir?
-
Yo te puedo hacer rico, pero
a cambio necesito una recompensa y una muestra de tu valentía– dijo el ogro. Te
puedo hacer rico, sí; pero a cambio, si no cumples lo que te voy a decir a
continuación, te convertiré en árbol, así tendré otro lugar donde poder refugiarme.
Mis riquezas por tus frutos y sombra, ese es el negocio.
El ogro le explica que para
que Abel mostrara su valentía, tenía que defenderse de un oso que él iba a
hacer aparecer en unos instantes. Así fue y Abel, consiguió defenderse de él y
matarlo.
El joven lo acepta, por lo que el ogro le
deja su vestimenta primitiva confeccionada con la piel del oso, pues era un
ropaje mágico. Cada vez que metas la mano en el bolsillo, podrás sacar todas
las monedas que quieras. Eso sí, yo me quedo con tu caballo. Abel, muy triste,
le cogió de la pata y se quedó la herradura de su caballo. Para él era su
amuleto de la suerte y una forma de saber que siempre estarán unidos. Era lo
más valioso para él.
Abel a cambio tiene que hacer dos cosas, le
dijo el ogro:
- Sólo
podrás hablar con una persona al día y no podrás estar más de un día en el
mismo lugar.
- No
podrás ni lavarte, ni peinarte, ni cortarte el pelo de ninguna parte del
cuerpo, ni las uñas durante 5 años.
El ogro le dijo que si dentro de 5 años
vuelve al mismo lugar donde están ahora; le hará rico para siempre y se quedará
como él siempre ha sido. Por el contrario, si se muere o desobedece alguna de
las normas, el ogro le convertirá en árbol.
El hombre, tras pensárselo un buen rato,
acepta el reto. Se puso el ropaje mágico del ogro y en busca de lugares donde
poder sobrevivir estos 5 años que le espera.
Las primeras semanas fueron fáciles.
Sobrevivía con los frutos de los árboles, fabricaba sus propios hogares con
palos y hojas; y además siempre elaboraba hogueras para que ningún animal se
aproximara a él y para estar bien calentito.
Iban pasando los meses y Abel cada vez estaba
peor. Primero tenía que andar mucho todos los días para no dormir en el mismo
lugar que era lo que ponía en el pacto, además no se podía lavar, ni peinar, ni
cortar el pelo, por lo que cada vez olía peor, y no estaba a gusto consigo
mismo.
Las ideas se le iban agotando. Se puso, pues,
a pensar a dónde podía ir y dónde podía pasar seguro estos 3 años que le
quedaban. Pensó, pensó y llegó a la conclusión de que la gente en las ciudades
era muy simpática; por lo que decidió adentrarse cada día en una ciudad a ver
si alguien le dejaba pasar la noche en su casa. Él a cambio, para mostrar su
generosidad y recompensa, les dará un puñadito de oro del que saque de sus
bolsillos.
Así fue, mucha gente le dejaba pasar por su
casa sólo porque este a cambio les ofrecía sus riquezas. Abel le decía al jefe
de la casa que se encontraba en apuros y que necesitaban de su ayuda para poder
dormir.
A la gente que se encontraba por la calle le
daba dinero, así era él, le encantaba ayudar, es algo que siempre ha hecho y
que se siente muy orgulloso de ello.
Seguían pasando los días hasta que llegó el
cuarto año. Abel estaba ya muy feo. La gente le empezaba a echar de sus casas
porque olía fatal, casi ni se le veía la cara de tantos pelos que tenía, la
ropa aunque fuera mágica estaba muy estropeada y mucha gente al verle le tiraba
piedras y todo tipo de objetos, pues a primera vista se pensaban que era un
monstruo.
Pero llegó un día en que Abel vio a un
mayordomo llorando desconsoladamente. Abel fue y le preguntó que qué le pasaba.
Éste le contestó que había perdido su trabajo, por lo que no iba a poder
alimentar a sus hijas. Abel, más generoso que nunca y con muchas ganas de
ayudar le dijo:
- No tiene de qué preocuparte. Yo podré darte todas las riquezas que necesites.
- El mayordomo se quedó
impactado. No sabía qué decir, pero su cara de felicidad lo decía todo.
Agradecidamente le dijo que no sabría cómo pagárselo. Lo mínimo es que te deje
dormir esta noche en mi casa, pero no es suficiente para agradecértelo.
- No hace falta más, con eso me
conformo, dijo Abel
- Gracias a tu ayuda y por conseguir que pueda sacar a mis hijas adelante. Como recompensa te ofreceré la mano de
una de ellas. Tú puede elegir con la que te quieras casar.
(Era de noche, por lo que el mayordomo le
cedió la entrada a su casa y se la enseñó).
Llegó la hora de la cena. Las hijas dos
mayores querían que Abel se fuera de la casa, pues era muy feo, olía fatal y,
aparentemente, no les parecía buena gente. Por otro lado, la hermana pequeña
estaba encantada con Abel. Entendía que llevaba tiempo sin lavarse y sin tener
nada, y aún así estaba luchando por vivir. En la cena Abel no hablaba mucho y
si lo hacía era sólo con el mayordomo, puesto que en el pacto ponía que sólo
podía hablar con una persona el mismo día.
Llegó la hora de dormir y María, la hermana
pequeña, se acercó a su habitación. Entró en ella y se puso a hablar con Abel.
Éste sólo le escuchaba y María no callaba. Se iba haciendo tarde y tenían que
acostarse y dormir, pues a Abel le esperaba un duro día. María antes de irse a
dormir le dijo a Abel que le había encantado conocerle, que tenía un corazón
muy grande y, sobre todo, que le encantaba cómo estaba luchando para poder
sobre vivir. Lo que María no sabía es que Abel también se había enamorado de
ella. Había sido un amor a primera vista. Todo era muy romántico, pero Abel era
el único que sabía que se habían enamorado el uno del otro.
A la mañana siguiente, Abel entró
silenciosamente en la habitación de María, y le dejó media herradura que
llevaba de su caballo. La otra mitad se la quedó él. Abel cree en el destino, y
está seguro de que, si el destino lo quiere, volverá a encontrarse con María.
Al despertar María se dio cuenta de que Abel
había sido quien lo había dejado, pues se hizo la dormida, pero en realidad
estaba despierta.
El protagonista siguió con su viaje, seguía
apañándoselas. Daba limosna a los necesitados, ayudaba a la gente que lo
necesitaba, dormía en la calle porque la gente se pensaba, por su aspecto, que
era un monstruo. Abel solía subir a lo
alto de los árboles para poder dormir y que ningún animal le atacara.
Iba llegando el final de los 5 años, y el pensar
eso, era lo que le mantenía vivo. Pensar en que dentro de poco, podía ver a
María. Aquella niña joven que tanto le había gustado. Era una chica muy guapa,
con un cabello de oro súper largo, ojos azul celeste como nunca había visto, y
delgada. En definitiva, ese prototipo de chica que todo el mundo quiere tener.
Y, por fin, llegó el último día de estos
terribles 5 años. Por fin podía volver a ser como antes, y, además rico. Por
fin iba a poder encontrar un lugar donde vivir con seguridad el resto de su
vida.
Al día siguiente llegó donde había quedado
con el ogro. Los dos se encontraban allí. En primer lugar, el ogro felicitó a
Abel por haber sobrevivido estos 5 años correctamente. Le dijo que no esperaba verle
vivo, pero que, en ese aspecto, Abel había ganado.
Ahora le tocaba cumplir al ogro la parte del
pacto, es decir, hacerle rico para siempre y hacerle volver a Abel como era
antes, por lo que le cortó el pelo, le lavó el cuerpo entero, le cortó las uñas
y le aseó. En ese momento ya se podía ver al verdadero Abel: ojos verde esmeralda,
una sonrisa que enamora (pero que antes no se podía apreciar con las largas
barbas), un cuerpo muy musculoso y un corazón que no le cabe en el pecho.
Abel, muy orgulloso de sí mismo, puso rumbo a
casa de María. Llamó a la puerta y le abrió el mayordomo. Le dijo que había
venido a ver a María. Nadie sabía quién era porque había cambiado radicalmente.
Las dos hermanas mayores de María no paraban de hacerle la pelota, hablar con
él… sin embargo a María esa cara le resultaba familiar, pero no recordaba dónde
la había podido ver anteriormente. El mayordomo, junto con las hermanas, le
invitó a cenar.
El mayordomo había preparado una sopa
calentita, pues ese día hacía mucho frío. Abel, antes de que se pusieran todos
a cenar, le metió en el plato de María la media herradura de su caballo. Nada
más meter la hermana pequeña la cuchara en el plato para tomar la sopa, notó
que había algún objeto de hierro. Metió la mano y lo sacó. Al verlo se puso de
pie y fue corriendo a abrazar a Abel. Después se puso a llorar en su regazo.
Nadie entendía nada. Solo ellos dos. Pero eso era suficiente. Abel agarrándole
a María de las manos le pidió matrimonio, y esta sin duda lo aceptó.
¡Se iban a casar!
Las hermanas mayores estaban muy enfadadas
con la pequeña, puesto que ella iba a ser la que se casaría con el gran Abel, y
por ello sentían celos y envidia por María.
Las hermanas de María, fueron las encargadas
de organizar la boda, los preparativos y la comida. Como era tanta la envidia y
el reproche que tenían hacia la pequeña de la casa, en el plato de María
decidieron huir de la casa para no volverla a ver.
El ogro, que estaba en el jardín de la casa
se dirigió a Abel y le dijo:
- Tú ganaste el pacto y te
quedaste rico; pero gracias a mi, María se ha quedado sin sus dos hermanas.
… Y
colorín colorado, este cuento ha acabado.
La
herradura
Adaptaciones
• ¿Por qué lo he adaptado en concreto para niños de 5 años?
• ¿Por qué lo he adaptado en concreto para niños de 5 años?
En primer
lugar porque estos niños tienen más facilidad de entender un cuento como este
que, por ejemplo, niños de tres años.
La psicología
evolutiva la tienen más desarrollada, por lo que a la hora de comprender,
entender e hilar ideas les resultará más sencillo e interesante.
A esta edad
los niños progresan mucho en su desarrollo motriz, en su modo de pensar, en la
comunicación con los demás, y el conocimiento de su propio cuerpo. Esta última
característica se ve muy reflejada en el cuento cuando aparece el ogro, pues
éste tiene unas peculiaridades diferentes a las nuestras, y gracias a ello, los
niños pueden ver que en el mundo se pueden encontrar con personas diferentes.
Por otra
parte, su vocabulario es bastante amplio. Los niños a esa edad tienen pleno
dominio del repertorio fonético. Son capaces de expresar perfectamente su
estado de ánimo, por lo que a lo largo del cuento se podrá observar cómo se
siente cada uno de ellos, y eso es muy importante para determinar la
personalidad de cada uno.
En cuanto al
juego simbólico, aparece el juego de roles, el jugar a ser o hacer de, es el
juego que predomina todavía en esta etapa. Debemos dejarles libertad para que
imaginen y creen o recreen situaciones tanto reales como imaginarias. En cuanto
al juego de roles se pueden ver en el texto: el ogro como el personaje malo al
que se le tiene miedo; Abel como al personaje que le pasan las cosas malas y
que gracias al trabajo y a la no rendición, se consigue todo lo que te
propongas; María, como la hermana pequeña de la casa, guapa y que lo sabe todo;
y las hermanas mayores como aquellas hermanas que molestan a los hermanos
pequeños y que siempre se quieren salir con la suya.
• Cambios
realizados en la adaptación:
-
Al
protagonista se le aparece un ogro. Sin la adaptación, se le apareció un
demonio.
-
Las
normas que debe cumplir el protagonista para poder sobrevivir son:
a) Sólo
podrás hablar con una persona al día y no podrás estar más de un día en el
mismo lugar.
b) No
podrás ni lavarte, ni peinarte, ni cortarte el pelo de ninguna parte del
cuerpo, ni las uñas durante 5 años.
Sin la adaptación,
las normas son:
a) No
rezar durante 7 años.
b) No
dormir durante más de un día en el mismo sitio.
c) No
podrás ni lavarte, ni peinarte, ni cortarte el pelo de niguna parte del cuerpo
ni las uñas.
-
Abel le da a María la mitad
de la herradura de su caballo. Sin la adaptación, es el protagonista quien le
da medio anillo a la hermana pequeña de la familia que le había acogido un día
para dormir en su casa.
-
Es el ogro el que hace que
huyan las dos hermanas mayores, en vez de ser ellas quién se suiciden.
Referencias
- María Trinidad Labajo.
(2010). Análisis de textos de autor. Literatura Infantil (78), 16-22.
Universidad La Salle.
- Eugène Delacoix. (1930).
La libertad guiando al pueblo.: Carpeta pedagógica
- Niños y niñas de 5 años.
Cómo son. Características evolutivas., de Mamá psicóloga infantil.
Sitio web:
http://www.mamapsicologainfantil.com/ninos-y-ninas-de-5-6-anos-como-son
Perfecto.
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